Bullying escolar

El acoso escolar ha encontrado una palabra para definirlo: bullying.

Se refiere a acoso escolar cualquier forma de abuso o maltrato, tanto físico o verbal, entre compañeros de escuela y de forma reiterada. Lamentablemente el lugar más frecuente para este abuso es el patio escolar y el aula de clases. Niños haciendo victimas a otros niños.


El objetivo de este abuso es intimidar mediante un abuso de poder, ejercido por un agresor más fuerte que la víctima más débil. Esta “fortaleza” y “debilidad” puede ser real, físicamente sobre todo, o percibida de forma subjetiva.

Este abuso, como cualquier otro, tiene secuelas e implicaciones psicológicas, a tal punto que se han reportado casos donde, bien los niños o jovencitos que han sido víctimas de este abuso se han suicidado, o en otros casos han recurrido a casos drásticos de desquite para desahogar su frustración y coraje.

Las secuelas que este abuso deja se pueden evidenciar por el cambio de comportamiento en el niño que es víctima, sobre todo un temor (casi terror) de asistir a la escuela.

¿Qué quieren los niños ABUSADORES?
Cuando un niño ejerce abuso sobre otros niños lo que busca es reconocimiento y atención para aliviar algún proceso de exclusión, rechazo o menosprecio. Su objetivo es intimidar, someter, amedrentar, dominar, imponer....

Y cuando se inicia el ejercicio de abuso, quien lo ejerce fácil y rápidamente se puede rodear por otros compañeros que le den sustento a su comportamiento, y que precisamente le dan la sensación de reconocimiento y aceptación que necesita.

¿Qué “logran” los niños abusadores?
Además del reconocimiento y aceptación que busca, logra que aquel a quien acosa quede en 
situaciones en las que cree que él primeramente ha sido víctima.

Así, al ejercer su abuso y acoso logran aislar a aquel a quien victimizan. Esto lo logran evitando que juegue con otros grupos o equipos, evitan que otros le hablen, lo tachan de flojo, débil, tonto, etc.

El hostigamiento es otra forma de acoso que implica terminar con el respeto y dignidad del niño a quien victimizan. La burla sustentada en alguna diferencia o defecto es uno de los recursos más frecuentes en esta forma de abuso. El uso de lentes, la obesidad, aparatos de ortodoncia, malformaciones, y en general cualquier elemento que sea de “utilidad” para humillar y burlarse es aprovechado. Y al encontrar la victima que es “verdad” esa diferencia o defecto, el efecto que se logra puede ser devastador para la autoestima.


El factor social es de gran importancia en el ejercicio del bullying. Al ser esta la etapa donde el niño aprende los modelos de relación e interacción, las secuelas que esto puede dejar son graves.
Y es precisamente el factor social otro de los elementos que un acosador puede aprovechar al ejercer una forma de abuso que pretenda distorsionar la imagen del niño a quien victimizan. En estos casos es frecuente que involuntariamente otros niños se sumen al abuso al causar la sensación de que la victima merece el trato que esta recibiendo.

La peor manera de este abuso puede llegar a la agresión física. Las peleas son frecuentes como consecuencia del acoso, sin que la victima pueda encontrar forma de evitarlas. Es aquí donde puede volverse “definitivo” el abuso, terminando con cualquier forma de resistencia que podría haberse presentado por parte de la victima para evitar el abuso.

El bullying está en aumento. Se está volviendo un fenómeno social aceptado como una forma de encontrar posiciones de poder y de identificación en grupos.